martes, 27 de enero de 2015

El Perfecto Idiota Mexicano

Navegando en los peligrosos mares de internet para encontrar respuestas a mi existencia (no buscaba porno) encontré este articulo que me pareció muy bueno, no tiene nada que ver en tecnología pero si en la forma en que algunos mexicanos ven la vida.

Espero les agrade...

No gusta de hacer trabajos domésticos. No tiene gusto ni respeto por los trabajos manuales. Si puede, obstaculiza el trabajo de los que laboran duro. El Perfecto Idiota Mexicano, o PIM, tampoco ayuda en casa por influencia de la madre, quien nunca lo dejó participar en estas tareas – ni siquiera a poner la mesa, mucho menos a tender su propia cama.
Tira sus cosas por la casa, en el suelo, en cualquier lugar, simplemente las deja ahí, por el camino. Nadie es como él. Fue criado irresponsable e imprudentemente. Es el tipo de persona que pide un vaso de agua mientras está tirado en el sofá. Y no hace ningún intento por cambiar.

El PIM es un especialista en no hacer, en hacer de cuenta, en empujar con la panza, en hacerse el muerto. Sabe que alguien más lo hará por él. Se desarrolló como un tipo perezoso. Huevón. Que se ancla en los otros, no reconoce sus obligaciones y le encanta sacar provecho. Este es su deporte favorito – transformar a quien tiene cerca en súbditos particulares.
El tiempo del Perfecto Idiota Mexicano vale más que el de las otras personas. Es la madre que se atraviesa en la fila de automóviles en el colegio de sus hijos. Es la mujer que se estaciona en el lugar para discapacitados o para ancianos en el centro comercial. Es la pareja que se atrasa una hora en una cena con los amigos. La ley y las reglas sólo aplican para otros. El PIM no acepta restricciones. Para él, sólo existen los privilegios y las prerrogativas. Un derecho divino – porque él es mejor que todos los demás. Es un defensor del “todo se vale” social, del sálvese quien pueda y del que sea lo que Dios quiera. Sólo tiene ojos para su propio ombligo y los únicos intereses validos son los suyos.

El PIM es un parámetro para todo. Y cuanto más una persona difiere de él, más equivocada está. Es dueño de prejuicios contra los negros, los morenos, los pobres, los del sur, los del centro, los chaparros, los gordos, la gente del noreste, la gente que vive lejos. Es sexista como el infierno. Y aplica la misma lógica: quien no es de su tribu, o de su patio trasero, está mal. Y en ocasiones, incluso aquellos que pertenecen a su tribu ingresan en la molienda de sus prejuicios y calumnias. La discriminación también es un factor del que te volverás objeto si te vuelves externo, y opuesto, a un patrón que reconocen en sí mismo, pero que no le gusta. Es como cuando un narizón protesta contra los narices grandes. El PIM adora esto.
El PIM no anda en metro. En Paris. O en Manhattan. Incluso en Buenos Aires lo adora. Aquí, ni porque le paguen. Mejor una hora de tránsito y $50 pesos de estacionamiento que 15 minutos con los nacos en un vagón. Y es que el Perfecto Idiota tiene una extraña fobia por parecer un pobre. Y el modo más directo de no parecer uno de ellos es evitar los ambientes en los que puede ser confundido con un marginal cualquiera. De ahí el miedo extremo que el PIM tiene por cualquier transporte colectivo.
Otro modo de nunca aparentar pobreza es pagar caro. El PIM ama pagar cosas caras. Y tiene mucha importancia. No sólo porque, para él, costoso es sinónimo de bueno. Sino, principalmente, porque costoso es sinónimos de “lo tengo” y “puedo”. Este sujeto cree que reclamar los precios, discutirlos o regatear para buscar ofertas es cosa de pobres. Exhibe sus marcas como las esferitas de una árbol de Navidad. Es así que se muestra ante los otros. Si pudiera, le dejaría las etiquetas de precio puestas a lo que viste y carga. El PIM compra para reafirmarse. Esa es su religión. Y no le importan sobrecargar la tarjeta de crédito – tener preocupaciones con las cuentas… eso es cosa de pobres.
El PIM es cleptómano. Su obsesión por tener, y sus costumbre de enriquecimiento material, le hacen que robe el albornoz del hotel, la botellita de bebida del avión y las muestras gratis de perfume en las tiendas departamentales. Toma cualquier producto que está siendo ofertado con una muestra gratis en el supermercado. Incluso si no le gusta. El PIM disfruta de pagar caro, pero adora comer gratis.

El PIM detesta leer. Entonces este texto será inútil, ya que difícilmente llegará a las manos de un Perfecto Idiota Mexicano legítimo, ¿verdad? Pues no. Cualquiera de nosotros corre el riesgo de comportarse así. El Perfecto Idiota Mexicano es mucho más un software que un hardware, mucho más un sistema ético que un determinado grupo de personas.
Un sistema ético que, desafortunadamente, le echó el ojo a México. Este es el caso de la hija de Humberto Benítez Treviño, titular de la Profeco, que amenazó con clausurar un restaurante en la colonia Roma por no obtener la mesa que quería. Está en el uso descarado de las banquetas en las calles. Y está, principalmente, en la luz amarilla del semáforo. En México, esta es una señal para avanzar, que aun da tiempo – mientras que en Japón, por ejemplo, es una señal para detenerse, porque ya no hay más tiempo. Nada traduce mejor nuestra rabia por avanzar sobre otro, sobre el espacio de otro, sobre el tiempo de otro. Parar en el amarillo significa ofrecer una contribución individual en nombre de la colectividad. Y eso es lo que el PIM prefiere morir antes que hacer.
De hecho, basta una prueba muy simple para identificar otras actitudes que definen al PIM: lista las cosas que tendrías que hacer si salieras de México y te fueras a vivir a Berlín, a Tokio o a Sídney. Lavar la ropa, arreglar la casa. Respetar la banqueta para los peatones, tanto a pie como atrás de un volante. Esperar el turno. Comprender que las leyes son hechas para todos, incluso para ti. Aceptar que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y los mismos deberes – no como ciudadanos de primera clase y excluidos. No ofrecer propinas que puedan ser confundidas con sobornos. Entender que los asuntos públicos son de todos – y no un trozo de carne a disposición para hincarle el diente. Ser honesto, ser justo, no demorarse más de lo que te gustaría que te hicieran esperar a ti. Si algunos de estos códigos sociales te llegan a parecer extraterrestres en algún momento, cuidado: puedes estar contaminado por el virus del PIM. Reacciona, porque mientras nunca erradiquemos esta enfermedad, nunca llegaremos a ser una sociedad que valga la pena.
Texto original de Adriano Silva, Información sacada de marcianosmx.com (muy recomendable la pagina)
Ecmotion.......

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